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miércoles, 21 de julio de 2010

Tu ritmo interior

Hay momentos en los que el cuerpo te habla de una forma tan directa que no puedes ignorarlo. A mi me sucedió hace unos años cuando me diagnosticaron fibromialgia. Sentía todo el cuerpo adolorido, los músculos tensos y un cansancio que me acompañaba durante todo el día. En mi proceso de recuperación entendí que no sólo iba a mejorar tomando medicamentos y haciendo ejercicio. Había que acompañar todo esto con un cambio en el estilo y aproximación a la vida. Empezar a vivir de una forma más balanceada. Y, lo más difícil, aprender a escucharme a mi misma.

Afinar el oído hacia dentro

¿Qué necesito yo? ¿Qué quiero yo? ¿Qué me va a hacer bien en este momento?
Parecen preguntas fáciles. Sin embargo, descubrí que muchas veces pasaba por encima de ellas –por encima de mi misma- sin responderlas. Estaba más sintonizada con lo que debía hacer que con lo que quería hacer. Había incorporado tantas exigencias y deberes externos que me resultaba imposible escucharme a mi misma.

Michael Kernis, psicólogo social de la Universidad de Georgia, explica que “todos adquirimos una serie de debes de y tienes que cuando somos todavía demasiado jóvenes para procesarlos” El resultado es que los incorporamos sin mayor consideración. Aprendemos a negar nuestros propios deseos para complacer los deseos de los demás.

Recibimos el mensaje, de alguna forma u otra, que para ser amados tenemos que ser competentes, obedientes, buenos… y cualquier otro adjetivo que resultara valioso para tu familia.
Kernis, quien ha estudiado el concepto de la autenticidad, descubrió que uno de los factores principales para actuar de acorde al verdadero ser es la conciencia de uno mismo. Es decir, tener la capacidad de sintonizar hacia dentro de uno para identificar motivaciones, emociones, preferencias y habilidades.

Nutrir cuerpo y alma

Uno de los mayores retos de la vida actual –tan llena de estímulos externos- es aprender a conectarse con el ritmo interior. Poder contestar con honestidad a la pregunta: ¿qué necesito yo? Para esto es indispensable crear espacios de reconexión con uno mismo.

En estos espacios podemos empezar por identificar aquellas cosas que el cuerpo necesita, desde un baño de agua caliente hasta un cambio en el tipo de alimentación o ejercicio que practico. Puede ser que practicar yoga está de moda pero hacerlo por ese motivo e ignorar lo que me provoca a mí sería no respetar mi propio ritmo interior.

Al igual que el cuerpo, las emociones, la mente y el alma también necesitan alimentos nutritivos. Por ejemplo, ¿nunca has pensado por qué te sientes agotado después de una reunión con ciertos amigos? Puede ser que lo que comenzó como amistad ha degenerado en una relación destructiva que te deja sintiéndote mal y con baja autoestima. Nuestro mundo emocional necesita nutrirse de experiencias y relaciones personales positivas y satisfactorias.

Piensa por un momento, ¿a qué dedicas tus tiempos libres? Esos momentos que son sólo para ti. ¿Estás haciendo cosas que nutren a tu mente y a tu alma? ¿O los estás ocupando en lo que deberías hacer? Puede ser que para ti no resulte satisfactorio ir a una exposición de pintura pero lo haces porque eso es “lo que hay que hacer” o lo que se verá bien.

Entonces, pregúntate: ¿cuáles son las actividades que te dejan con una sensación positiva? Esos momentos en los que estás totalmente enganchado con la actividad, tanto que parece que el tiempo se detiene. Momentos en los que tu cuerpo, tu mente y tus emociones están en completa sintonía.

Esta sensación de disfrute y total involucramiento es lo que el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi denomina fluir: “Las personas están tan involucradas en lo que están haciendo que la actividad llega a ser algo espontáneo, casi automático; dejan de ser conscientes de sí mismos como seres separados de las acciones que están realizando”.

El riesgo de escucharse a sí mismo

Sería interesante preguntarnos, si existen actividades que nos llevan a niveles tan altos de disfrute, ¿por qué no los hacemos más seguido? ¿por qué dedicamos nuestro tiempo a otras cosas?

De acuerdo a la doctora Margarita Tarragona, esto “se puede deber a la voz de la autocrítica, la auto-duda, o la comparación excesiva con los demás”. Tarragona, especializada en Psicología Positiva, recomienda que cada persona reflexione e identifique “los mecanismos con los que silencia su propia voz”.

En mi caso descubrí que muchas veces elegía a partir de las expectativas externas o mandatos que había internalizado. Lo difícil de escucharme a mi misma era pasar por encima de todas esas exigencias, presiones, deberes, que yo misma me ponía. En lugar de seguir mi propia intuición estaba dejando mis decisiones en manos de lo que otros creían valioso.

Escucharse a sí mismo implica a veces ir en contracorriente de lo que dicta la sociedad. En palabras de Maslow, el que se escucha a sí mismo tendrá que estar preparado para no ser popular, incluso ser visto como alguien extraño.

La sociedad dicta reglas para comportarse, decidir, elegir y avanzar sobre la vida, pero quien se escucha a sí mismo se rige por su propia brújula interior. Y al hacerlo, construye una vida más acorde a su verdadero ser: una vida auténtica y gozosa.

Mientras más comenzaba a escucharme a mi misma (y hacer elecciones en base a esto) más vital me sentía. Estas decisiones –que en varias ocasiones no fueron sencillas- me llevaron a crear un estilo de vida que ayudó a disminuir los síntomas de la fibromialgia. Descubrí que el camino hacia dentro era también el camino hacia la salud.

Un ejercicio práctico

Toma una hoja y divídela en dos columnas. En un lado escribe: “lo que me hace bien” y en el otro: “lo que me hace daño”.

En la columna “lo que me hace bien” pondrás una lista de cosas, actividades, personas, situaciones, etc. que te dejan con una sensación de bienestar, que te llenan de vitalidad y energía. En la otra columna enlistarás todo lo que te deja sintiéndote mal, con poca energía y desvitalizado.

Busca desde cosas corporales como tipo de ropa, comida, actividades físicas, momentos del día, climas, hasta cosas como relaciones personales, actitudes, situaciones, tipo de música, lecturas, películas…

Procura que tus dos listas tengas cosas reales, es decir, no pongas lo que deberías poner. Si comer todos los días en casa de tus papás se ha convertido en una carga y no está nutriendo tu vida, no lo pongas.

Cuando tengas ambas listas, reflexiona. ¿Cuántas veces a la semana te expones a las cosas que te hacen bien y cuántas veces a las que te hacen daño? ¿Qué podrías hacer para aumentar las cosas que te hacen bien? ¿Qué podrías hacer para eliminar o disminuir las cosas que te hacen daño?

Este ejercicio es un comienzo que te ayudará a caminar más en armonía contigo mismo. Conforme pase el tiempo puedes seguir agregando cosas a tus listas.

En conclusión

Para vivir una vida más balanceada y plena es necesario aprender a equilibrar las exigencias externas con tus propios deseos y necesidades. El ritmo interior es como el suave murmullo de las olas. Mientras que el ritmo exterior se oye como una orquesta de trompetas, tambores y platillos. Es difícil callar las trompetas y escuchar las olas. Pero ahí están. Ese espacio, ese murmullo tranquilo, está dentro de ti. Trata de escucharlo y déjate guiar por su sonido.

Jennifer Boni

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